domingo, 25 de abril de 2010

Pesca es un pasatiempo en contaminado Ozama.

Santo Domingo/Xiomara Ramírez .- Las actividades de pesca que dejaron como herencia los aborígenes sigue siendo un pasatiempo de muchos dominicanos y a la vez una fuente de sustento familiar, deporte o hobbie. Los fines de semana numerosas personas toman su hilo, plumilla y caña de pescar para ir a orillas del río Ozama en busca de su carnada, desafiando la contaminación que afecta a ese acuífero.

El vertido desmedido de desechos líquidos y sólidos en el Ozama, muchos de ellos tóxicos, arruina con frecuencia esta actividad recreativa, según revelan los pescadores que usualmente acuden al lugar.

No obstante, los amantes de la pesca se aventuran mar adentro en busca del producto que les regala la naturaleza y que les genera ingresos al venderlos a los transeúntes que se desplazan por el puente flotante y por la avenida Francisco Alberto Caamaño Deñó.

Unos pescan a diario y otros lo hacen tres o cuatro veces por semana. Algunos usan incluso yolas, pequeños botes y lanchas.

Contaminación
José Benítez dice que cuando las industrias de zona franca que fabrican pantalones lanzan al río un líquido azul y uno llamado “bronce”, utilizados en la tela de los jeans, enseguida aparecen cientos de peces muertos en las aguas del Ozama y arruina la pesca.

El río Ozama también es atacado por agentes contaminantes provenientes de barcos atascados que vierten sus desperdicios en él, así como algas marinas, aguas residuales, basura y excrementos humanos y de animales.

Willy Pérez, quien se inició en la pesca hace 20 años, ahora ha instalado un negocio de venta de pescados. Desde hace tres años se dedica a comprar pescados frescos a los pescadores del río Ozama y al nombrado “Barahona”. Vende sus productos a las personas que gustan del buen pescado a módico precio y acabado de salir de las aguas del mar.

“La cosa no está buena, pero los días que menos se vende se hacen 3,000 ó 4,500 pesos. Tengo clientes fijos, como son los restaurantes chinos y muchos de la Zona Colonial, y en ocasiones los hoteles de aquí cerca vienen y nos compran también”, apunta Pérez.

En el área cercana a la avenida Francisco Alberto Caamaño Deñó, mejor conocida como la avenida del puerto y/o avenida Barceló, se pueden encontrar todo tipo de pescados para consumo, entre ellos sardina, atún, mero, carite, machuelo, róbalo, anguilla y sábalo, que es el pez de mayor abundancia en esta zona.

En el lugar hay pescadores desde las 7:00 de la mañana hasta las 7:00 de la noche.

La vida de los pescadores
Los “tramayeros”, como se les llama a quienes se dedican a la pesca con redes en la desembocadura del río Ozama, pescan todo tipo de especies marinas; mientras que algunos se dedican sólo a la pesca de camarones, utilizando nasas en la que ponen como carnada el desperdicio y vísceras de peces y aves, aunque ésta no es tan común como la de pescados en esta área.

Para el hombre trabajador todo es posible a fin de llevar de forma honrada el pan de cada día a su familia. Un ejemplo vivo es José Manuel, joven procedente del ensanche Ozama, quien cuenta que aunque no vive directamente de la pesca, sino de su oficio de sastre, la actividad que más placer le ocasiona es la pesca en yola.

En familia
Este hobbie reúne a personas de distintos estratos sociales, familias completas que igual que Elvis Polanco y su pequeño Bryan, de 8 años, todos los domingos temprano en la mañana se colocan con su anzuelo sobre el puente flotante que enlaza la Zona Colonial con la margen oriental de Santo Domingo.

“Para mí, más que pescar es una forma sana de salir a divertirme con mi hijo, ya que aunque vienen todo tipo de personas, nunca se escucha una palabra descompuesta, no se ve pleito o altercado alguno, se nota un ambiente sano y relajante.Vengo aquí por diversión”, manifiesta, Polanco.

PLAZA DE PESCADORES EN EL MALECÓN DE S.D.
En la plaza de los pescadores ubicada en el Malecón de Santo Domingo se confeccionan durante tres meses el tramayo utilizado en sus labores cotidianas. También se limpian y venden los carites, cojinúas, loros, bocayates, róbalos, machuelos, lisas, mojarras, jureles, candiles y otras especies de peces que sacan de las costas de Santo Domingo. Después de una jornada de cinco horas de trabajo dentro del mar, los pescadores del Malecón se recrean jugando dominó.

Para ellos, los ingresos por la venta de pescado oscilan entre 18 mil y 20 mil pesos al mes, siempre y cuando las condiciones naturales permitan entrar al mar todas las semanas.

Octubre, noviembre y la mitad de diciembre forman el mejor período para pescar, porque las aguas se mantienen tranquilas.

Cada uno de los “socios” de esta plaza es capaz de sumergirse hasta treinta pies de profundidad para conseguir buenos peces.

Un tubo de camión inflado les sirve como medio de transporte, ya que los botes son muy caros y además consumen mucho combustible. Esta es la realidad de la mayoría de los pescadores de todo el país. Y como el mar no es sitio para un hombre solo, todo pescador cuenta con un socio con el cual trabaja conjuntamente. Mientras uno entra al agua, el otro se queda en la improvisada embarcación para resolver cualquier imprevisto.

Se habla de una cultura pesquera cuando la pesca es la principal forma de subsistencia y, sobre todo, cuando gran parte de los elementos de la cultura giran alrededor de este oficio Otro aspecto de un pueblo con cultura pesquera es el culinario; es decir, contar con alimentación en productos del mar y platos marítimos.

Está también el peso que tiene la pesca como tradición familiar, convirtiéndose en una forma de vida que se enseña de padre a hijo. Pueblos con tradición pesquera son Bayahibe, Sánchez, Samaná, Palmar de Ocoa, La Caleta, Azua, Sosúa, la zona de Bahía de las Águilas, en Pedernales, Montecristi y Pueblo Viejo.

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