Mayobanex Vargas Vargas sobrevivió a las duras caminatas y tortuosos
trechos y montes de Constanza, a la persecución de la guardia
trujillista, la falta de alimento, la lluvia, el sol, los rumbos
equivocados durante la expedición de junio de 1959 y, después de
apresado, resistió los golpes y torturas, gracias a las oraciones de
Isabel, su madre.
Ajusticiado el dictador que vino a combatir desde Cuba, fue acusado de
entrenar campesinos. La inteligencia balaguerista allanaba sus predios y
viviendas, lo acosaba, y Mayobanex debió vivir prácticamente
clandestino. En cada situación difícil se impuso el clamor al Altísimo
de su progenitora.
Marisela y Juan de Jesús (Chuchú), recuerdan a Isabel Vargas postrada de
rodillas desde que se enteró que el muchacho, quien se fue a Nueva York
con el pretexto de estudiar para de ahí viajar a La Habana a enrolarse
en la guerrilla, detallan cada momento en que el hermano se libró de la
muerte. Eran los más cercanos al expedicionario. Isabel y Juan de Jesús
Vargas, padres de cuatro hembras y cuatro varones, hicieron parejas con
ellos. A Marisela le tocó Mayobanex pero cuando se ausentó del país,
Chuchú llenó su ausencia.
“Por más de 50 años estuve asistiendo con él a los aniversarios
patrióticos, lo buscaba, lo llevaba a los programas de televisión, lo
vestía…”. No porque estuviera limitado para hacerlo sino porque en su
sencillez y su humildad no había lugar para sacos y corbatas. Chuchú le
prestaba los suyos.
“Para mí no ha muerto. Nos llamábamos semanalmente”, dice el hermano,
quien afirma escucharlo todavía con la entonación que le daba a su apodo
al saludarlo. “Yo no sabía que lo quería tanto”.
Mamá, agrega, “ponía la vida de él en manos del Señor, abriendo sus
brazos y pidiéndole que lo protegiera, y Él lo hizo”, comenzando por
Sierra Maestra. “Vendrían tres grupos: Constanza, Maimón y Estero Hondo.
Mayo no estaba en lista para venir por Constanza. Cuando se enteró, se
acercó a Enrique Jimenes Moya y le dijo: ‘Soy de esa región, conozco
esas montañas’. ‘Pues usted es un hombre clave”, respondió. Vargas
arribaría por Maimón. De estos “no se salvó ninguno, ahí comenzó la
oración de mamá a ser respondida”.
“En Constanza se dividieron en dos bandos, uno se enrumbó hacia el río
Tireo y otro montañas arriba, con Delio Gómez Ochoa. Exterminaron a los
primeros, Mayobanex iba con Gómez Ochoa”.
Chuchú es incansable enumerando situaciones en la que Mayobanex venció a
la muerte. El momento en que había que buscar unas balas ocultas y se
le adelantó un compañero que no regresó; las cacerías del ejército que
supo burlar; los caídos al salir de la casa donde les cocinaron un chivo
y él “pudo salir a la finca de papá, porque solo él conocía esa zona”.
“Seguido se entregó lo llevaron a la policía de Constanza y mientras lo
interrogaban para trasladarlo a San Isidro, lo vio un reportero de The
New York Times que siguió al vehículo oficial “y allá pidió que le
dejaran ver al guerrillero preso. Ya el New York Times lo vio, no podían
matarlo”, exclama Chuchú.
Refiere la pésima comida, la solitaria, el maltrato, las veces en que
fueron a buscarlo durante el balaguerato, el partido de fútbol en San
Francisco de Macorís cuando “vio a la patrulla desde el out field. Cruzó
montes hasta llegar a La Vega, buscó a Mario Marriot, amigo de papá que
lo llevó a la casa de la gobernadora Peggy Batlle”. Ellos “y el general
“Rodríguez”, lo ocultaron.
“Pasar por todos esos peligros y no perder la vida, fueron las peticiones de mamá al Todopoderoso”, afirman.
“Nunca Trujillo fue el jefe”. Marisela cuenta que su abuelo Marcelino,
al igual que su papá Juan de Jesús, eran antitrujillistas declarados,
como su tía Aniana Vargas “y mamá era esa mujer humilde que nos inculcó
la honestidad, nos educó con el criterio del patriotismo, la libertad, y
con un amor tan fuerte que casi se podía tocar”.
Mayobanex actuó imbuido por esos principios. “En casa nunca se exhibió
una placa diciendo que allá Trujillo era el jefe. A papá lo
persiguieron, y cuando Mayobanex vino sufrimos dos dictaduras: la de
Petán y la de su hermano. A papá lo habían encarcelado y no lo liberaron
hasta que aceptó inscribirse en el Casino de Bonao, negado a ser socio
porque Petán enamoraba a las mujeres ajenas”.
“Nos allanaron la casa una docena de veces”, manifiesta Marisela.
El papá se presentó ante Petán y le anunció la presencia de su hijo en
Constanza, conminándolo a respetar su vida. “Yo lo sabía, quería saber
si usted era cómplice”, reaccionó.
Isabel, hija de Mayobanex, evocó la dedicación del héroe a su familia.
“Nos despertaba a las cinco de la madrugada y nos llevaba a ordeñar las
vacas, luego íbamos a vender la leche. Era muy amoroso, nos enseñó a
montar a caballo y nunca nos dio una pela, decía que él predicaba con el
ejemplo”. No salió de Bonao donde criaba ganado y cultivaba café.
“Me siento orgullosa. Fue serio en sus negocios, un patriota que no hizo
ninguna acción de la que tengamos que avergonzarnos. Siempre repetía:
“El héroe no es como empieza, sino como termina”. Su hazaña “no fue para
pasar factura. No vino para ganar dinero ni fama. Reiteraba ser un
campesino y en los actos se sentaba en última fila”.
Los hijos, aduce Marisela, “no deben reclamar privilegios o violar las
leyes apoyados en lo que han hecho sus padres, es al revés, deben
observar un comportamiento correcto para que esos nombres no se
manchen”.
Mayobanex nació el 21 de febrero de 1936 y realizó estudios elementales
en Bonao. Era hermano, además, de Menorka, Isabel, Belén, Marcelino y
César (fallecido).
Casó tres veces. Primero con Ambrosina Vargas, madre de Minerva,
Francisco, Mayobanex y Junior Mayobanex. Después con Lidia Henríquez. Y
con la tercera, Ramona Gutiérrez, procreó a Isabel, Alejandro y Melissa.
Un cáncer de estómago lo arrancó a la vida el 17 de diciembre de 2016.
Las calles. No se ha bautizado con su nombre una vía en la capital
dominicana. Tiene una hermosa carretera que le asignaron el Senado de la
República y el Ayuntamiento de Bonao entre las “Eugenio María de Hostos
y Argentina hasta la entrada del distrito La Salvia-Los Quemados”.
También se denominó “Mayobanex Vargas” una calle de San Pedro de
Macorís.
Marisela y Chuchú expresaron que esos homenajes” nos comprometen a
mantener una conducta ejemplar y a emprender acciones que puedan
engrandecer su nombre”.
Significaron que no son los llamados a solicitar una avenida en Santo
Domingo para su pariente y manifestaron que casi ninguno de los
compañeros humildes de Mayobanex tiene una, citando a Merardo Germán,
Gonzalo Almonte Pacheco “y muchos otros que integraron la Raza
Inmortal”.............Fuente:Hoy.com.do/Por:Angela Pena
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