SANTO DOMINGO/Almomento.net.- En los dos primeros días de la implementación del
Plan Nacional de Regularización de Extranjeros 1,960 personas hicieron
solicitudes de naturalización y de otros estatus migratorios en los
diferentes centros que operan en el país, informó ayer el viceministro
de Interior y Policía, Washington González Nina.
Mientras, en el proceso de regularización correspondiente a la
provincia de Santo Domingo, que funcionará en cuatro municipios, fue
aplazado para el próximo lunes, por decisión de Interior y Policía y la
Gobernación provincial, debido a que las oficinas que llenarán las
solicitudes no están terminadas.
Durante el acto realizado el miércoles en la sede de la Gobernación
de Santo Domingo, González Nina reveló que desaprensivos intentaron
cobrar 1,200 pesos por la regularización de extranjeros ilegales, cuando
el servicio se brinda de manera gratuita. Pero dijo que detectaron el
problema y lo solucionaron. (Fuente: HOY)
Haitianos insatisfechos
Los descendientes de haitianos en República Dominicana no están
satisfechos con una nueva ley que ha sumado elogios porque reconocerá la
nacionalidad a los hijos de inmigrantes irregulares, pero dejará fuera a
quienes no fueron anotados en el registro civil.
“Me alegro por un lado, pero por otro no, porque son muchos los que
nunca los inscribieron en el registro, que tienen hasta 30 y 35 años.
Entonces, que esos muchachos queden fuera, yo no me lo hallo bien”,
responde Yolanda Noel, de 28 años.
Luego de ocho años de luchas legales, obtuvo su cédula como
dominicana a los 26. Esta mujer, nieta de inmigrantes y madre de
cuatro niños, todavía enfrenta inconvenientes, porque la Junta Central
Electoral, rectora del registro civil, quiere inscribir a su prole como
hijos de extranjeros.
“No se puede porque usted es haitiana”, cuenta que le han dicho en la Oficialía Civil de Bayaguana.
Sin forzar mucho la memoria, Noel repasa los nombres de quienes nunca
han obtenido sus documentos en el Kilombo, caserío de algunas 40 casas
en las afueras de Bayaguana, 50 kilómetros al norte de Santo Domingo. Se
trata de un batey, antiguo asentamiento de labriegos cañeros, donde
viven haitianos y su descendencia.
La ley 169-14, sometida por el presidente Danilo Medina, ordena
reconocerles a los hijos de inmigrantes indocumentados sus actas de
nacimiento y cédulas de identidad como dominicanos, pero aquéllos que
nunca fueron asentados en el registro civil deben someterse al plan de
regularización como extranjeros.
Esta normativa busca resolver la controversia ocasionada por un fallo
del Tribunal Constitucional, el 26 de septiembre de 2013, en el que
determinó que no son dominicanos los hijos de inmigrantes indocumentados
aún cuando figuren en el registro civil y hayan nacido en el país, lo
que afecta principalmente a la comunidad haitiana.
En un documento de octubre pasado, la Junta Central Electoral (JCE)
asegura que hay 24.392 hijos de inmigrantes inscritos de manera
irregular y que 13.637 de ellos son hijos de haitianos.
Los más de 24.000 son los que serán declarados dominicanos, como una
salida para los afectados por el fallo 168-13, del Tribunal
Constitucional. Pero los no registrados pueden ser más. El censo que
en 2012 realizó el Fondo de Naciones Unidas para la Población establece
que en el país viven 244.151 descendientes de inmigrantes. De ese grupo,
“209.912 personas son descendientes de inmigrantes haitianos”.
En la lista de Yolanda Noel, el primero es su primo Wilkin Noel,
quien con 26 años no tiene cédula ni acta de nacimiento. Le gusta la
medicina, pero trabaja en una barbería porque no tiene acceso a un
trabajo formal ni a estudios superiores. Apenas llegó hasta el segundo
grado del bachillerato.
“Los que estudiaron conmigo hoy son todos profesionales, pasan por
ahí en su jeepeta (todoterreno de lujo) y a veces se paran y me
saludan”, comenta Wilkin en perfecto español, sentado en un banco de su
barrio sin calles, a orillas de la carretera.
Aunque se expresa algo esperanzado, a Wilkin le preocupa que si opta
por la naturalización como extranjero tendrá que estar al menos dos años
en espera, buscar evidencias de que nació en territorio dominicano y
enfrentar limitaciones de derechos políticos y civiles.
“Es una ciudadanía de segunda clase, porque el naturalizado no puede
ser presidente de la República ni puede optar por un cargo electivo si
no transcurre un tiempo”, explicó en una entrevista de televisión el
abogado constitucionalista Eduardo Jorge Prats.
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