PESHAWAR, Pakistán/AP.— Un médico paquistaní que ayudó a
Estados Unidos a matar a Osama bin Laden fue sentenciado a 33 años de
cárcel por traición en Pakistán, informó este miércoles un funcionario,
en un veredicto que probablemente tensará más las relaciones entre
Islamabad y Washington.
Funcionarios estadounidenses han instado a Pakistán a
liberar a Shakil Afridi, quien encabezaba un programa de vacunación
para la CIA con el fin de recolectar ADN y verificar la presencia de
bin Laden en el complejo localizado en el pueblo de Abotabad, donde en
mayo de 2011 militares estadounidenses abatieron al líder terrorista.
La operación indignó a las autoridades paquistaníes porque no se les
avisó por adelantado.
La larga condena contra Afridi seguramente será interpretada como otro indicio de que Pakistán desafía los deseos de Estados Unidos. Podría dar más combustible a los críticos en Estados Unidos que sostienen que Pakistán —que aún no ha detenido a ninguna persona por ayudar a dar refugio a bin Laden— ya no debería ser tratado como un país aliado.
El secretario de Defensa estadounidense, Leon Panetta, quien como director de la CIA supervisó la incursión contra bin Laden, dijo en una entrevista difundida el miércoles en "CBS Evening News" que Afridi fue "muy útil" para la operación.
"Que ellos tomen este tipo de acción contra alguien que estaba ayudando a combatir el terrorismo, simplemente creo que es un verdadero error de su parte", dijo.
El trato que Pakistán ha dado a Afridi desde que fue detenido tras el ataque a bin Laden en muchos sentidos ha simbolizado la enorme brecha entre Washington e Islamabad.
En Estados Unidos y otros países occidentales, Afridi fue visto como un héroe que había ayudado a eliminar al hombre más buscado del mundo, pero el ejército de Pakistán y sus jefes de espionaje estaban indignados por la incursión, que llevó a la sospecha internacional de que ellos habían cobijado al jefe de al-Qaida.
A sus ojos, Afridi fue un traidor que colaboró con una agencia de espionaje extranjera en una operación ilegal en su territorio.
Su sentencia llega en un momento delicado porque Estados Unidos ha mostrado su frustración por la negativa de Pakistán a reabrir sus rutas de abastecimiento a las fuerzas de la OTAN que están en la vecina Afganistán.
Las rutas fueron clausuradas hace seis meses en respuesta a un bombardeo estadounidense donde murieron 24 soldados paquistaníes.
Afridi fue juzgado conforme a las Regulaciones de Delitos Fronterizos, la serie de leyes que gobiernan la región tribal semiautónoma de Pakistán. Organizaciones de derechos humanos han criticado estas leyes por no dar a los sospechosos el debido proceso legal. No tienen derecho a una representación legal, presentar evidencia material o a que se interrogue a los testigos.
Nasir Khan, representante del gobierno en el área tribal paquistaní de Khyber, donde Afridi fue juzgado, dijo que también deberá desembolsar una multa cercana a los 3.500 dólares. Si no paga, pasará otros tres años y medio en prisión.
Los veredictos por lo general son emitidos por un funcionario del gobierno de Khyber en consulta con un consejo tribal.
Afridi tiene derecho de apelar el veredicto, dijo Iqbal Khan, un funcionario de Khyber.
Un oficial de los servicios de inteligencia paquistaníes, conocidos como ISI, dijo que la decisión era acorde a los "intereses nacionales" de Pakistán y desestimó los llamados de la secretaria de Estado, Hillary Rodham Clinton, a la liberación de Afridi. El oficial no dio su nombre ya que el ISI no permite que sus miembros sean identificados en los medios.
La larga condena contra Afridi seguramente será interpretada como otro indicio de que Pakistán desafía los deseos de Estados Unidos. Podría dar más combustible a los críticos en Estados Unidos que sostienen que Pakistán —que aún no ha detenido a ninguna persona por ayudar a dar refugio a bin Laden— ya no debería ser tratado como un país aliado.
El secretario de Defensa estadounidense, Leon Panetta, quien como director de la CIA supervisó la incursión contra bin Laden, dijo en una entrevista difundida el miércoles en "CBS Evening News" que Afridi fue "muy útil" para la operación.
"Que ellos tomen este tipo de acción contra alguien que estaba ayudando a combatir el terrorismo, simplemente creo que es un verdadero error de su parte", dijo.
El trato que Pakistán ha dado a Afridi desde que fue detenido tras el ataque a bin Laden en muchos sentidos ha simbolizado la enorme brecha entre Washington e Islamabad.
En Estados Unidos y otros países occidentales, Afridi fue visto como un héroe que había ayudado a eliminar al hombre más buscado del mundo, pero el ejército de Pakistán y sus jefes de espionaje estaban indignados por la incursión, que llevó a la sospecha internacional de que ellos habían cobijado al jefe de al-Qaida.
A sus ojos, Afridi fue un traidor que colaboró con una agencia de espionaje extranjera en una operación ilegal en su territorio.
Su sentencia llega en un momento delicado porque Estados Unidos ha mostrado su frustración por la negativa de Pakistán a reabrir sus rutas de abastecimiento a las fuerzas de la OTAN que están en la vecina Afganistán.
Las rutas fueron clausuradas hace seis meses en respuesta a un bombardeo estadounidense donde murieron 24 soldados paquistaníes.
Afridi fue juzgado conforme a las Regulaciones de Delitos Fronterizos, la serie de leyes que gobiernan la región tribal semiautónoma de Pakistán. Organizaciones de derechos humanos han criticado estas leyes por no dar a los sospechosos el debido proceso legal. No tienen derecho a una representación legal, presentar evidencia material o a que se interrogue a los testigos.
Nasir Khan, representante del gobierno en el área tribal paquistaní de Khyber, donde Afridi fue juzgado, dijo que también deberá desembolsar una multa cercana a los 3.500 dólares. Si no paga, pasará otros tres años y medio en prisión.
Los veredictos por lo general son emitidos por un funcionario del gobierno de Khyber en consulta con un consejo tribal.
Afridi tiene derecho de apelar el veredicto, dijo Iqbal Khan, un funcionario de Khyber.
Un oficial de los servicios de inteligencia paquistaníes, conocidos como ISI, dijo que la decisión era acorde a los "intereses nacionales" de Pakistán y desestimó los llamados de la secretaria de Estado, Hillary Rodham Clinton, a la liberación de Afridi. El oficial no dio su nombre ya que el ISI no permite que sus miembros sean identificados en los medios.
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