martes, 5 de octubre de 2010

Delincuencia podría llegar a ser epidémica .


Guarionex Rosa
Santo Domingo

Las autoridades dominicanas tendrán que hacer algo grande para reforzar la seguridad de los ciudadanos, eliminar el temor creciente sobre la presencia de criminales en las calles y restaurar la autoridad desafiada por los violadores de la ley.

Al parecer, el problema que se presenta actualmente, que lo vivieron otros países que no pudieron contenerlo a tiempo y que ahora son epidémicos, ameritaría un enfoque global que iría desde el desarme general de los civiles, elevar la educación y aplicar la ley.

La ley se ha dejado de aplicar por circunstancias políticas coyunturales como el caso de las elecciones. Un tema ilustrativo es que la ley de tránsito no se puede aplicar a los motoconchistas porque ellos se han convertido en una especie intocable.

A finales del régimen del ex presidente Mejía, ese creciente sector de la población logró que le consagraran su día de conmemoración como cualquier otro hito patriótico, aunque se sabe que el motoconcho es un jalón de incivilidad de una sociedad desigual.

No obstante, hace tres meses la AMET lanzó una campaña para cumplir la ley; comenzó la detención de motoristas que no tenían ni papeles ni cascos protectores, la misma se cumple parcialmente hasta que los agentes dejan las calles a las 9:00 de la noche.

Cuando se hace una revisión del contenido de las notas periodísticas sobre los crímenes que se cometen en Santo Domingo, Santiago y sus vecindades, se nota que muchos de ellos son ejecutados por delincuentes que andan dos en motocicletas.

A los motoconchistas le cae la culpa, sin que la tengan, de buena parte, de los crímenes de la calle. La mayoría de ellos, sin embargo, son desertores del salario mínimo tan mal pagado en la RD que hasta pedir limosnas en las calles renta más.

El desarme de la población, otro tema relevante, no ha sido acometido por las autoridades quizá debido al qué dirán, a la falta de coraje y a las presiones políticas. La realidad es que las armas solamente deberían tenerlas y portarlas los militares, policías y gente de convicción que la necesitan para su defensa.

Durante los últimos días los dominicanos han estado monotemáticos en cuanto al tema de la inseguridad en las calles, la criminalidad rampante que a veces envuelve a menores de edad y la tragedia del tránsito que ameritaría al menos el retiro, sólo en la capital, de 4,000 ó 5,000 carros chatarra del llamado concho.

Los redactores de la nueva Constitución, personas bien intencionadas y de convicción, y los legisladores que aprobaron el instrumento, fueron tímidos en proponer reducir la edad de la ciudadanía a 16 años, no solamente tomando en cuenta la virulencia con que actúan los delincuentes menores, sino el hecho de que cada vez más jóvenes que deberían ser escolares, están teniendo bebés y que la República no tiene cómo mantener.

Almeyda al Congreso
Una de las noticias del fin de semana, agri-dulce si se quiere, es el anuncio del ministro de Interior y Policía, Franklin Almeyda, de acudir al Congreso acompañado de tropas policiales a indagar la suerte de un préstamo con el Eximbank de US$160 millones destinado a dotar de equipos modernos a la Policía, y que supuestamente fue retirado del Proyecto de Presupuesto por el ministro de Hacienda, Vicente Bengoa, según la nota de primera plana del Listín dominical.

Consideraciones aparte sobre actitudes conflictivas que se han publicado y que se han mantenido en silencio entre los secretos de Estado, atribuidas al ministro mencionado, lo planeado por el doctor Almeyda Rancier parecería increíble en el caso de un político que aspira a la nominación presidencial por su partido. No tuvo al corriente de lo que acaba de ocurrir en Ecuador.

El jefe de la Policía, general José Polanco Gómez, buscando salvar la situación del ministro de Interior, su superior jerárquico, tuvo la salida de decir que Almeyda Rancier habló en “chanza”, con lo que al mismo tiempo trató de salvar la reputación del régimen.

Almeyda fue el artífice del programa Barrio Seguro que a varios años de su instauración tiene defensores y detractores, y que al parecer no ha podido controlar la criminalidad en la capital, al decir de los moradores de los barrios y de los opositores del Gobierno, que en todo caso son sectores interesados.

Algo parecido a ese plan fue lanzado por el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, en Brasil. Lo que muchos comienzan a llamar el “milagro brasileño” no se ha enfocado únicamente en un aspecto de esa problemática. Brasil logrará una tasa de crecimiento sobre el 9% en el presente año y está elevando el nivel de educación, dando alimentos a los niños y dinero constante a las familias como incentivo para que apoyen la escuela.

EL FACTOR EDUCACIÓN COMO PIEDRA ANGULAR
El factor educación parece ser tomado como piedra angular de la lucha contra la delincuencia y a favor de la mejoría del uso del lenguaje y de las buenas costumbres perdidas. En Estados Unidos hay varias campañas que privilegian la educación. Una de ellas la impulsa la cadena televisora NBC. Otra, muy discutida se desarrolla en Washington, D. C. donde abundan los analfabetos y el crimen y la delincuencia son distintivos de esa capital.

Los empresarios dominicanos han sido tímidos en cuanto a ese tema; sus asociaciones han reclamado dedicar más recursos a la educación, algo así como el 4% del Presupuesto y se quejaron cuando el Mandatario dijo ante las Naciones Unidas que RD no podría cumplir los compromisos del milenio.

Un compromiso del Estado y los empresarios a favor de la educación haría una contribución de alta significación para elevar la escuela de los niveles en que se encuentra. Al establecer en muchas empresas el llamado horario rotativo, se impide a los jóvenes empleados y trabajadores ir a la escuela nocturna o a las universidades, en detrimento de su preparación para progresar en los mismos negocios.

El ministro de Educación, maestro Melanio Paredes, sin tener los recursos del 4%, ha lanzado el programa de mil horas de clases por mil horas de calidad, con su gran apuesta de aumentar la enjundia de los programas educativos y los servicios como el desayuno escolar, la única comida que muchos niños pobres tienen asegurada en sus pueblos.

El presidente Fernández, pese a su reconocimiento de que no se podrán cumplir los Objetivos del Milenio, ha propugnado por la modernización de la enseñanza y porque el país se abrace a la modernización y a la tecnología, dotando a las universidades de ayuda y a la universidad pública de confortables edificaciones.

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