sábado, 30 de octubre de 2010

Dos nuevos imputados complican caso de fiscal .

Por TONY PINA

La muerte de la fiscal Giselle Reyes Díaz parecía una simple investigación, sobre todo luego del envío a prisión del principal sospechoso, pero el caso se ha complicado con la aparición en la escena del crimen de otros dos detenidos.

Todo indicaba que la comisión investigadora, compuesta por el Ministerio Público y la Policía, había concluido su trabajo con la acusación formal contra el sargento Augusto Luciano Familia, quien acompañaba a la víctima mientras compraban pizzas en la avenida Charles de Gaulle, en el municipio Santo Domingo Este, la noche del pasado domingo.

En efecto, en su informe el fiscal del Distrito Nacional, Alejandro Moscoso Segarra, y el jefe de la Policía, José Armando Polanco Gómez, consignaron que “la bala que dio muerte a la fiscal había salido del arma de Luciano Familia”.

Dos días después del hecho y tras el experticio balístico, el patólogo Sergio Sarita Vadez, viceministro de Salud Pública, consignaba la hipótesis que la bala homicida había llegado de “rebote” al cuerpo de la víctima, luego de chocar primero en una pared, lo que de hecho constituía el mejor medio de defensa a favor del imputado, echando por la borda la acusación y las propias pruebas del Ministerio Público.

Moscoso Segarra no sólo puso en duda los resultados de la autopsia, sino que insistió en las “declaraciones incoherentes” del sargento acusado durante los interrogatorios, al tiempo que se quejaba públicamente de que la jefatura de la Policía Nacional no hubiese dispuesto su cancelación.

Pero, tanto el informe como las conclusiones de la comisión, que sirvieron de base para sustentar las pruebas ante el juez de la coerción, al parecer se caen de bruces de ser cierta la autoincriminación que dice la Policía han hecho Pedro Julio Ortiz Ceballos y Juan Carlos Aquino Mesa, señalados por la institución como “las personas que intentaron asaltar la noche del domingo a la fiscal Reyes Díaz mientras andaba en compañía del suboficial Luciano Familia”, actualmente preso en la cárcel policial del departamento de Operaciones Especiales.

Ambos habrían disparado a la pareja en las inmediaciones de la avenida Charles de Gaulle, próximo al barrio de Los Maestros. Los incriminados alegan que disparon con revólveres, mientras el sargento lo hizo con una pistola, un detalle que, sin embargo, no revela la autopsia.

“¿Giselle, no ha llegado?”

Cuando el sargento Luciano Familia llegó a la casa de Milagros Díaz, madre de la fiscal malograda, luego del supuesto intento de asalto del que habrían sido víctimas, preguntó: “¿Giselle no ha llegado?”, para luego comentar: “Nos intentaron asaltar; tuve que realizar varios disparos”. (El Caribe, Pág. 6, 26 de octubre de 2010).

En realidad, el suboficial hizo nueve disparos con su pistola de reglamento. Según él, los hizo para repeler el ataque de los desconocidos que intentaban atracarles.

El fiscal de la provincia Santo Domingo, Perfecto Acosta, quien formó parte de la comisión investigadora, dio como parte de la acusación las versiones de los vecinos del barrio Los Maestros, quienes aseguran que “en ningún momento vieron desconocidos” en las inmediaciones, y que sólo se percataron del sargento disparando y del cadáver de la fiscal que yacía en el pavimento.

Milagros, la madre, refirió a los medios de comunicación “que presentía algo malo”, y que le había aconsejado a su hija que no saliera a comprar pizzas. “Por eso, cuando escuché los disparos pensé lo peor”. La ex regidora del Ayuntamiento del Distrito Nacional dejó implícito que las relaciones entre su hija y el sargento no andaban bien, aunque no entró en detalles, como lo hizo el fiscal Moscoso Segarra al comentar las conclusiones finales sobre la imputación y quien expresó “que fueron motivos personales los que habrían llevado a Luciano Familia a cometer el crimen”.

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