Los hechos de violencia y criminalidad que afectan al país han cambiado las costumbres y hábitos de los estudiantes, al extremo de que muchos se abstienen de salir a la calle y se quedan en su casa desde temprano en la noche.
“Si antes salía poco, ahora salgo menos a la calle”, confiesa Natalie Reyes, una estudiante de Sicología en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), quien teme hasta montarse de día en un vehículo del transporte público, porque “una no sabe quién, en cualquier momento, te puede quitar la cartera o darte un tiro”.
Ella considera que la culpa de la criminalidad no es algo que toca solo al gobierno, sino que tiene implicaciones en la falta de educación hogareña, motivada por el descuido de sus padres frente al desarrollo moral y espiritual de sus hijos. Igual piensa José Alberto Guerrero, estudiante de Arquitectura, aunque observa que la precariedad que envuelve sus vidas no les permite a los cabezas de hogar estar al tanto de todo cuanto pasa en sus familias.
Una percepción común entre jóvenes consultados sobre las causas que produce la criminalidad, es que este fenómeno obedece fundamentalmente a la falta de oportunidades y al problema de la drogadicción en la juventud. Algunos pusieron como ejemplo el hecho de que después de agotar un riguroso proceso de formación académico-profesional, cientos de jóvenes ven frustrados sus deseos de insertarse en el mercado laboral.
“Cuando un joven no encuentra trabajo, aunque sabe un oficio o tiene una profesión, llega a un estado de desesperación que lo lleva a delinquir”, expresa Wester Sena, estudiante de Electromecánica. Estos tres jóvenes estudiantes de la universidad estatal tienen también en común que aplican los consejos que sus padres les dan para que eviten ser agredidos por algún delincuente.
Los jóvenes de clase media, y que por tal condición estudian en universidades privadas, tienen por igual que desarrollar sus propios métodos de protección o precaución. “Me doy cuenta en qué carro público me monto; con quién me junto; quién está en los sitios que visito. Cuando salgo, me encomiendo a Dios”, comenta Diomaris Ventura, estudiante de Odontología de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU).
Consideraciones
Wester Sena
Electromecánica
“La delincuencia ha cambiado mi estilo de vida. Ahora visito menos a mis amigos. Hasta cuando estoy llegando a mi casa tengo miedo a que alguien me esté esperando para atracarme”.
Adelis Valdez
Medicina
“Por temor a que me atraquen o me maten, no cojo clase de noche ni loca que esté. Solo si consigo un trabajo selecciono materias en la noche, de lo contrario no”.
Natalie Reyes
Sicología
“Yo casi no salgo sola, pero cuando tengo que salir a hacer tareas de la universidad, mis padres siempre me dicen que tenga mucho cuidado con la calle; que no llegue tarde”.
María Payán
Medicina
“Ahora me cuido más que nunca. No lo puedo negar, ando con miedo y me siento insegura cuando estoy en la calle. Es increíble, pero uno no sabe quién es quién. Hay que ser precavida”.
Rubén Reyes
A. de Empresas
“Pienso que el país está viviendo su peor etapa en términos de seguridad y de violencia generalizada. Prefiero pensar que todo se debe a la situación económica de la gente”.
José Wilfredo
Ingeniería Civil
“Estamos ante una violencia que parece indetenible. Las personas andan con miedo. Cuando monto un vehículo público tengo que ver quiénes van dentro. Hasta salgo poco en las noches”.
Preocupación de los padres
Karla García y Vanesa Castillo no solamente son compañeras en las cátedras de administración de empresas en la Universidad Católica de Santo Domingo.
A ellas igual les corresponde cumplir al pie de la letra las sugerencias de sus padres para que no se cuenten entre las víctimas de delincuentes que atacan a ricos y pobres; a niños, adolescentes y adultos.
Cuentan que generalmente sus padres las llevan y la buscan a la universidad. Y si no pueden hacerlo, las advierten del peligro.
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