Candida Portuges/EDLPNueva York — Un traumatizado Romel Sucuzhañay, que dijo tener lagunas mentales, estar bajo terapia y haber vuelto a Ecuador en busca de mejoría tras el asesinato de su hermano José, dio ayer un emocional testimonio en la corte criminal de Brooklyn que hizo llorar a varios miembros del jurado.
Con la cabeza agachada y girada hacia el jurado esquivando salvo unos segundos el mirar a los acusados Romel fue contando que el seis de diciembre del 2008 comenzó a trabajar a las nueve de la mañana y terminó alrededor de las diez y media de la noche porque acompañó a su hermano a cobrar rentas. Después de ello tomaron una merienda y fueron junto con Amada, la novia de José, a una fiesta ecuatoriana que había en la iglesia de Santa Rita.
“Yo estaba mirando, no tenía amigos. José bailaba con Amada”, dijo Romel que admitió beber unas tres cervezas y José unas diez u once. A eso de las dos y media de la madrugada del siete dejaron la fiesta y Amada los dejó en Christopher Palace disgustándose con José porque no quería que siguiera tomando. “Acababa de volver de Ecuador y José quería hablar conmigo de trabajo”, dijo Romel indicando que José se tomó medio Long Island Ice Tea y el uno. “Salimos del Christopher Palace y él tenía frío y yo tenía mi chamarra y se la di porque temblaba”.
¿Qué es lo primero que recuerda?, le preguntó el fiscal Josh Hanshaft. “Estábamos caminando y vi una luz roja y el auto, cuando pasamos el conductor nos miró [en otro momento del interrogatorio calificó la mirada de odio], tratamos de cruzar la calle y salieron gritando “Jodidos Hispanos” y lo siguiente es que golpearon a mi hermano… le rompieron la botella en la cabeza y al mismo tiempo me intentó cortar la garganta con el cuello de la botella… levanté mi pie y vi que alguien estaba con un bate pegando a mi hermano… en ese momento el que venía con la botella estaba a punto de cogerme y empecé a correr...”, respondió Romel.
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